ESE ES el título de un libro que en su momento causó gran controversia por las cosas que su autor, un representante y «amigo» de Juan Gabriel publicó, en donde abordó desde sus amoríos con hombres hasta pleitos de amistad con Rocío Dúrcal, en donde estaba incluido un triángulo amoroso con su esposo Junior.
PERO ESE no es el caso del título, sino porque cuando apenas comenzaba mi carrera reporteril tenía tres metas como reportera de espectáculos: entrevistar a tres artistas, que a mi juicio, eran de los más importantes en su género y éstos eran: Miguel Bosé, Juan Gabriel y Plácido Domingo.
CON LOS dos primeros lo logré y en más de una ocasión, lo que hizo que me sintiera por demás halagada cuando estuve tan cerca de ellos y los pude cuestionar, no tanto como hubiera querido, porque llevaba «encargo» de mi jefe en turno de cuestionarlos respecto a temas específicos.
A JUAN Gabriel lo conocí cuando hizo las paces con su compañía disquera BMG Ariola después de años de no grabar por diferencias irreconciliables y cuando por fin fumaron la pipa de la paz hizo el álbum donde incluyó «Pero qué necesidad» y la presentación con bombo y platillo, en donde hubo prensa nacional e internacional fue en Los Cabos.
SIN FALSA molestia fui la única reportera de Aguascalientes invitada para dicho lanzamiento. En aquella ocasión, en el ocaso del día y con el mar a unos metros, Juan Gabriel hizo su presentación, habló con los reporteros y se portó, como él mismo dijo: «maravillosamente».
LA CANCION y el álbum no fueron la gran sensación como estábamos acostumbrados con el material de Juan Gabriel. Sin embargo, años después se hizo una película, fue elegida (el tema) como sound track de la cinta, se hizo un video con varios artistas y entonces sí se convirtió en un hit.
EN ESE entonces era reportera de El Sol del Centro y la nota y entrevista me valieron felicitaciones de varios lectores. Y es que entrevistar a Juan Gabriel no era cualquier cosa.
AÑOS DESPUES, estaba yo en Página 24, él vino a Aguascalientes, la verdad no recuerdo a qué evento, y ofreció una conferencia de prensa en el Fiesta Americana. Fue de esas veces que muy raramente atendía a los reporteros con entrevista programada.
ESTABA SENTADO frente a los representantes de los medios, sereno y respondió con amabilidad, con esa que sólo los verdaderamente grandes poseen, todas y cada una de las preguntas.
AUNQUE HUBO cuestionamientos difíciles no perdió la compostura, siempre estuvo tranquilo y en ocasiones hasta con una sonrisa.
JUAN GABRIEL demostró que era grande, y no cabe duda que siempre lo fue. Por eso es más que merecido que se abra el Palacio de Bellas Artes para él, si lo hizo en vida para cantar, que no lo haga ahora para que su público lo despida; aunque los «puristas» de la cultura hagan entripado.
Y QUE bueno que su familia haya decidido cumplir su última voluntad de enterrarlo junto a su mamá en Parácuaro, Michoacán, su tierra natal.
MERECIDO TAMBIEN es que lo lleven a Ciudad Juárez y a Garibaldi para que sus fans lo despidan. Como bien dicen por ahí: Murió el hombre para dar paso a la leyenda.
Y TAN grande es que hasta Barack Obama se dio tiempo para mandar condolencias y destacar lo grande que fue para la música Latinoamericana.